viernes, 16 de octubre de 2015

Irene Lozano y los macarras de las esencias


Hace años Serrat compuso una canción titulada “Los macarras de la moral”. En ella criticaba la intransigencia y el fundamentalismo de ciertos entornos reaccionarios que no paraban de dar la tabarra con su particular moralina (cosa bien distinta de la ética, dicho sea de paso).

Aunque Serrat no lo contase, no me cabe duda de que los postulados reaccionarios se ubican en todo el espectro ideológico. Y siempre hay  días para volverlo a comprobar.

Me acuerdo de esa canción al observar vejaciones e insultos que está recibiendo Irene Lozano, por haber decidido involucrarse, para la próxima legislatura, en un partido distinto al que había sido el suyo.   

Por desgracia, el matonismo habita desenvuelto en la política; y desde luego, el tono faltón, arrogante, injusto y chulesco nada tiene que ver con la crítica argumentada que tan indispensable resulta en toda democracia.

A su vez, causa estupor que esa virulencia (en su vertiente más hooligan) pueda proceder de gente con la que se compartió afiliación. Sirva como muestra. Elijo este ejemplo, entre tantos, por proceder de un diputado de UPyD, miembro además de la anterior Dirección del partido. Gorriarán ha venido combinando su meritoria labor parlamentaria... con un lamentable ejercicio tuitero. Y en este caso, la ofensa y la injusticia volvieron a aflorar

 
A estas alturas, ya no me sorprende nada de esto. Descalificaciones (por parte de compañeros de filas) han sido habituales contra aquel que osara distanciarse de la ortodoxia upeydera. Y variados oprobios ya se vertieron sobre la candidatura de Renovadores, cuando legítimamente intentó (intentamos) plantear un nuevo ciclo en UPyD.

Quienes merezcan aplauso y reconocimiento, por mi parte lo seguirán teniendo. Al margen de que se queden en UPyD, funden un nuevo partido, se vayan a otro ya existente… o decidan marcharse a casa. Así traté de explicarlo en julio, y así sigo pensándolo.

Es bueno que a la política se acerquen personas valiosas y competentes. Y habría que ser muy sectario para presuponer que sólo una formación puede aglutinar aportaciones razonables, éticas y regeneradoras.

En consecuencia, me alegra que personas de la talla de Irene Lozano prosigan en primera línea. Será sensato que en su nueva etapa se la aplauda por sus aciertos y se la critique por sus errores, pero no desde el maniqueo prejuicio de estar conmigo o contra mí.

Ojalá la próxima legislatura llegue con muchos políticos brillantes, estén en unas u otras siglas. Como es obvio, un mejor Parlamento siempre beneficiará a la democracia parlamentaria. Y eso es algo que  beneficia al conjunto de la ciudadanía, independientemente de lo que cada cual vote.

De hecho, va a ser muy complicado que PSOE y PP puedan ganarse mi voto de aquí a diciembre. Pero defiendo el derecho de cualquiera a marcharse donde considere (sin ser por ello insultado); y defiendo que la política se enriquecerá, cuando personas de contrastada solvencia lleguen a unos u otros partidos.

Y por último. Sobre los que enarbolan actitudes resentidas, insultantes, coactivas e infames... no hará falta añadir mucho más. Los macarras de no sé qué supuestas esencias, no sé qué pretendidos pedigrís y no sé qué manoseadas purezas me causan el mismo hartazgo que aquellos a los que cantaba Serrat.

twitter: @osanchezalonso